Los problemas vienen cuando se agotan las posibles soluciones. Intentas, crees que sí, que quizás y hasta te preguntas ¿por qué no? Si a otras personas les funciona tu no debes ser la excepción, ¿o sí?. Después de algunos meses, te sigues mirando al espejo y todo está igual, como si el tiempo se hubiera detenido. Imaginas tu cabello de una forma pero lo ves de otra. Es momento de ir más allá de solo pensar en el cuidado del cabello.
Los hábitos importan y más en el cuidado del cabello
Te levantas sin apetito, es normal, y más cuando tu jornada laboral pareció multiplicarse en las últimas semanas. El estrés y la mala alimentación ya le han venido pasando factura a tu cuerpo, incluido tu cabello. Notas que se cae tan solo con peinarlo y es como un círculo vicioso: el estrés te hace perder cabello y, al ver que pierdes cabello, te estresas más.
Para solucionarlo compras un kit que incluye shampoo, tratamiento y mascarillas. Lo habías querido hace tiempo y es un alivio tenerlos, en ellos recae una esperanza. Ese aroma te deslumbró desde el primer momento, es una lástima que estos productos son diseñados para cabellos rizados y el tuyo no podría ser más ondulado.
¡Bah! Esos deben ser los causantes de ese molesto frizz, el impulso por recuperar tu cabello no te dejó ver que estos productos tenían más efectos en otro tipo de cabellos. Sin embargo, no, no son los causantes del frizz, o al menos no directamente. El afán de salir de la ducha hace que seques tu cabello de forma agresiva, sales sin aplicarte un termoprotector porque el trabajo no puede esperar y quizás tu cabello sí.
Una solución rápida sería tener a mano un aceite capilar pero nadie te ha contado de sus beneficios y crees que te dejará el cabello aún más pesado, así que continúas tu jornada. Llegas a casa con el cabello hecho un desastre pero ya es tarde, descansar se ha vuelto ahora una prioridad.
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La solución estaba frente a ti
El miedo, los celos, hay muchas cosas que te pueden cegar, en este caso fue el estrés. Fue ese círculo vicioso del que hablábamos el que te hizo no estar atenta a las señales para un buen cuidado del cabello. Nadie te debe juzgar, nadie dijo que era fácil encontrar lo que tu cabello necesitaba. En un mar de información eras como un náufrago que remando encontró un puerto.
Pensaste que era un embarazo, pensaste que era el despertar de una enfermedad, cuando era la rutina la que poco a poco te nublaba las respuestas. ¡Eso es! La rutina. Hay que cambiarla de vez en cuando, no dejarse llevar hacia sus abismos, su terreno es peligrosamente cómodo. Este es un nuevo punto de partida, los cambios que visualizamos cuando pensabas en el cabello ahora son claros y tangibles.
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